Obituario sobre Jordi Tardà
He querido dejar pasar unos días para poder escribir esta entrada de un modo más pausado y calmado.

Jordi Tardà y yo en el Museo Hergé
Desde que lo conocí, hace ya algunos años, me dio la impresión de ser alguien muy especial, incluso en un ámbito tan extraño como el nuestro, la tintinofilia.
Aún me asombra que fuese capaz de sacar adelante un programa como «Tintin a la ràdio«, donde nos seguía sorprendiendo con las novedades relacionadas pero, sobre todo, con unas entrevistas maravillosas a grandes tintinófilos. Además, su capacidad de hacernos cercano el mundo de Hergé, incluso 30 años después de su fallecimiento, era impresionante; nos permitía escuchar la misma música, hacernos ver con sus ojos y casi sentir lo que sentía. Es una suerte, para los actuales y para los futuros tintinófilos, que podamos disfrutar de su programa de radio en formato podcast ya que, con ello, seguirá consiguiendo uno de sus grandes objetivos.
Gran muestra de su generosidad es el hecho de que estuviese encantado de compartir parte de su colección con quien quisiese, a través de las numerosas exposiciones y muestras celebradas por todo el país; puesto que pretendía difundir su pasión por el personaje de cómic belga, quería que todos aprendiésemos más sobre Tintín.
Me confesó hace tiempo que él no se consideraba tintinófilo, sino «hergeólogo»; ya que su pasión era Hergé y su obra. Que a nadie le extrañe que, en su colección particular, hubiese atesorado innumerables objetos privados de Hergé, que incluso mejoran los expuestos en el mismísimo Museo Hergé. Tuve la suerte de viajar con él a Bélgica y descubrir dicho museo con unos ojos más críticos, con la visión de alguien capaz de «tutear» lo que allí había y poder cuestionar un centro que, y en esto comparto su opinión, no está a la altura de lo que se merece Hergé.
Siempre lo he considerado un amigo y creo que el sentimiento era mutuo.
Ahora ya puedes hacer la entrevista que tanto deseabas al maestro Hergé…