Y otra muestra más de la estupidez humana

Portada de Tintín en América
Ayer me encontré con la noticia de que se ha solicitado la retirada del libro «Tintín en América».
El motivo es muy similar al que ya se esgrimió hace unos años contra «Tintín en el Congo», en una batalla legal que por suerte quedó en nada a finales del año 2012.
Pues ahora resulta que una comunidad de Canadá ha decidido que este libro es racista y quieren que se deje de publicar y que no esté disponible en las bibliotecas.
Como siempre digo, es muy simple (por decir poner un adjetivo suave) juzgar con los criterios actuales una obra que se publicó a principios de los años 30; muy pocas obras serían capaces de soportar el paso de más de 50 años sin quedarse desfasadas.
Y sí, en esta aventura aparecen elementos que son «políticamente incorrectos» a nuestros ojos, pero la historia hay que conocerla y no tratar de ocultarla, sólo así evitaremos caer en los mismos errores.
Recomiendo la lectura de este artículo de Benoît Peeters (en francés): http://www.lefigaro.fr/bd/2015/03/17/03014-20150317ARTFIG00289-tintin-raciste-une-accusation-grotesque-pour-benoit-peeters.php
¿Y no piden que dejen de emitirse las películas de John Wayne?
Coincido plenamente con Miguel Ángel y Leticia. He leído decenas de veces ‘Tintín en América’ y entiendo que quienes dan una mala imagen tras el desalojo de los indios nativos americanos son los estadounidenses con su actitud de tiburones capaces de todo por un pozo de petróleo. A lo largo de sus aventuras, Tintín siempre defiende a los débiles, y especialmente a los de otras razas. Lo hace cuando salva a Chang de morir ahogado y ese niño chino se convierte en uno de sus mejores amigos. O cuando ayuda a Zorrino, el niño peruano a quien dos blancos estaban agrediendo sólo por el hecho de ser indio. Que toda la comunidad canadiense que abomina de ‘Tintín en América’ lea ‘El templo del sol’. Así se darán cuenta de la estupidez que están cometiendo.
Es que, precisamente, ese libro es uno de los que más denuncia el maltrato hacia los indios nativos americanos. No hay más que leer la secuencia de viñetas de la página 29 donde denuncia el desalojo de las comunidades indias de los terrenos donde se había encontrado petróleo.
Otro asunto distinto, y no achacable a Hergé, es el hecho de haber sustuido a todos los negros del libro por personajes blancos. Sucede en las páginas 1, 29 y 47. Fue una exigencia de los editores en Estados Unidos.
Totalmente de acuerdo contigo. Tendemos más a juzgar los errores del pasado que a intentar no cometerlos en el presente. Algo publicado a principios de los años 30 tiene que ser leído desde el contexto de aquella época, sin más pretensiones que disfrutar de una gran obra y sin buscar dobles lecturas.