Hoy tengo ganas de escribir una entrada políticamente incorrecta, porque no soporto la estupidez de algunos miembros de la especie humana.
Me refiero a Mbutu Mondondo Bienvenu… el fulano de la República del Congo que denunció a Moulinsart para que se prohiba la publicación de Tintín en el Congo, por ser claramente racista y xenófobo. El cuerpo me pide decir que, por suerte, la sociedad en la que vivimos evoluciona y que este tipo de actitudes no dejan de ser un paso atrás que espero sean cada vez menos.
Tintín en el Congo se publicó por entregas en la revista Le Petit Vingtieme entre los años 1930 y 1931. En esa época el Congo era una colonia de Bélgica. Además, las comunicaciones dejaban bastante que desear y el acceso a información no era tan sencillo como en la actualidad. Por ello resulta sencillo comprender que un joven dibujante recurriese a los tópicos para ilustrar una publicación intentando así hacerla lo más amena y divertida posible para su público; pero si de todo esto se extrae que Hergé hizo una aventura racista creo que no llegamos a ver el bosque y nos quedamos en el árbol.
Porque entonces los rusos y demás pueblos soviéticos deberían protestar por Tintín en el país de los soviets, los indígenas americanos por Tintín en América, los chinos por El Loto Azul… También habría que eliminar los insultos del Capitán Haddock donde se puede herir alguna sensibilidad (aztecas, vendedores de alfombras, moruchos, caníbales, etc.), hasta llegar a los gorilas que se asustan de perros, los científicos medio locos y sordos, los policías pseudo-gemelos un poco torpes, los vendedores charlatanes, los syldavos, los bordurios… y así ir eliminando volúmenes y libros hasta prohibir casi toda la literatura de ficción de casi cualquier época.
«Cosas veredes que farán fablar las piedras»